, y así poder identificar cuáles son las peores, y por tanto manejarlas para mitigar sus impactos. Entre ellos se encuentra la investigadora de la Estación Biológica de Doñana (EBD), Montse Vilà.
Las especies introducidas además de ocasionar impactos en el medio ambiente pueden causar daños en la salud humana, en los sistemas productivos y por tanto en nuestros medios de subsistencia. Por ejemplo, el mosquito tigre (Aedes albopictus), originario del sudeste de Asia está expandiendo enfermedades como el dengue y la fiebre amarilla en áreas donde no son endémicas. Este mosquito activo durante todo el día no solo pone en peligro la salud pública sino las actividades lúdicas al aire libre. Por otra parte, el caracol manzana (Pomacea spp) de origen sudamericano se ha utilizado en acuariofilia, su introducción accidental en los arrozales del Ebro constituye un problema serio para la producción del arroz, y por tanto puede afectar a la economía de algunas familias de la zona.
Estos impactos «no tangibles» han recibido poca atención puesto que existe la costumbre de valorar los impactos de forma monetaria. Los investigadores han utilizado un método ideado por un Premio Nobel en Economía (1998), Amartya Sen. Se trata de un análisis de riesgo que han llamado Seicat y que cuantifica mediante indicadores del estado del bienestar, el efecto que las especies invasoras tienen en las capacidades que rigen la vida de la gente en aspectos que son sumamente importantes en la vida cotidiana (descansar, estudiar, poder desplazarse, recibir cuidados médicos, disfrutar del ocio, etcétera.)
Según este método el impacto de las especies se clasifica en varios niveles que van de mínimo (ningún cambio en las actividades humanas) hasta masivo (desaparición irreversible de una actividad en la región de influencia).
Para demostrar la utilidad de la herramienta se clasificaron los impactos de anfibios exóticos invasores a nivel global. Estos mostraron una amplia variedad de impactos sobre el bienestar humano, mostrando el sapo de caña (Rhinella marina) el máximo nivel de impacto. Dicho sapo se ha introducido para el control de plagas en muchas regiones pero ha terminado convirtiendo en una plaga en muchas de sus regiones introducidas, ya que los depredadores nativos, que podrían controlar su población, se mueren al comerlo por la toxicidad de su piel. Se incluye en la lista de las 100 especies exóticas invasoras más dañinas del mundo por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.
«Esta herramienta nos permite cuantificar de forma transparente y objetiva los impactos de las especies invasoras más allá de los problemas que ocasionan en la conservación de la biodiversidad o el coste económico de los daños que provocan», manifiesta Vilà. A diferencia de otros métodos económicos más complejos y que requieren de información muy detallada, este sistema permite identificar a las peores especies invasoras de una forma bastante rápida. «Es imposible manejar a todas las especies invasoras por igual. Este método es una herramienta que nos permite priorizar y tomar decisiones», ha apuntado la investigadora del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).