Activa Javascript para visualizar correctamente la página

Toda la información del sector de la Ingeniería y Medio Ambiente
Solo la lluvia ha podido con el incendio forestal de Jubrique

Solo la lluvia ha podido con el incendio forestal de Jubrique

20 de Septiembre de 2021 / Situación del incendio forestal de Jubrique el 10 de septiembre. Fuente: Sentinel.incendios forestales
Artículo de opinión de Manuel Díaz, ingeniero de montes en GTA, sobre la necesidad de la gestión forestal sostenible, la adecuada ordenación de montes y una selvicultura preventiva para evitar incendios tan virulentos y peligrosos como el de Jubrique. 

COMPÁRTELO EN LAS REDES SOCIALES

Un dispositivo que formado por unas 400 personas y hasta 41 medios aéreos ha luchado duramente contra el incendio forestal de Jubrique durante casi una semana. Y solo la llegada de las lluvias ha conseguido doblegarlo. Una gran noticia de la que solo cabe  una enorme satisfacción y que abre paso a una etapa de análisis que debe considerar los motivos que subyacen tras la evolución de uno de los mayores incendios que han tenido lugar en Andalucía en los últimos años.

Este incendio nos ha dado a conocer una nueva terminología hasta ahora casi desconocida en nuestro país. Términos como “sexta generación”, “pirocúmulo” o “incendio explosivoacompañan a un nuevo tipo de incendios forestales, mucho más virulentos que los acaecidos hasta ahora en España y que recientemente hemos podido ver en Portugal, Turquía o Grecia. Se trata de los llamados incendios “de sexta generación”, que son aquellos que presentan un comportamiento “explosivo”, de muy difícil control y que se forman en un entorno de gran carga de combustible que los alimenta incesantemente y que provoca que alcancen tal envergadura que sean capaces de modificar las condiciones meteorológicas de su entorno formando nubes convectivas, denominadas “pirocúmulos”. En el interior de estas nubes de enorme desarrollo vertical se crean fuertes corrientes de aire ascendentes, cuyo oxígeno sirve de comburente inagotable. Por su propia dinámica, los pirocúmulos son capaces de provocar incendios secundarios de altísima peligrosidad tanto para el monte como para los equipos de extinción, en puntos alejados del foco principal. 

Durante la peor fase del incendio, desde la dirección técnica de extinción (DTE) se ha insistido en la enorme dificultad de poder siquiera vislumbrar el final del incendio mediante medios terrestres y aéreos, a pesar de su enorme esfuerzo y que solo con la llegada de las lluvias se podría alcanzar su control. Pero una vez que han llegado las precipitaciones y el incendio ha pasado al estado de “controlado”, es el momento de preguntarse las causas de su virulencia y, sobre todo, cómo se puede actuar para que no se repita un incendio de estas características.

La magnitud de estos episodios nos demuestra que su solución no es sencilla y que, para afrontarla, se debe contemplar una doble perspectiva, técnica y social.

Desde un punto de vista social, el abandono del medio rural y, por tanto, del monte, tanto a nivel privado como a nivel público, es el inequívoco causante no ya del incendio, obviamente, pero sí de que se acumulen toneladas de vegetación con un crecimiento incontrolado. Esta vegetación acumulada, sumada a ciertas condiciones de humedad, orografía y temperatura solo necesitan una pequeña fuente de ignición convertirse en un incendio incontrolable en escaso margen de tiempo. En España, incendios como los de Almonaster La Real (Huelva) en 2020 o, más recientemente, el de Navalacruz (Ávila), así como los registrados fuera de nuestras fronteras, en Turquía y Grecia en este 2021, ya han demostrado lo que podía ocurrir en zonas con exceso de vegetación y sin una selvicultura adecuada.

Es fundamental fijar la población al medio rural y fomentar la bioeconomía mediante el aprovechamiento sostenible de los recursos económicos y naturales que proporciona el monte, estableciendo una relación sinérgica entre la población y su entorno. De este modo, se contribuye a la conservación del monte, lo que proporciona, a su vez, una serie de beneficios tangibles e intangibles aprovechables por toda la sociedad. 

Desde un punto de vista técnico, la principal conclusión que cabe extraer de este incendio es que la única herramienta eficaz contra ellos radica en la prevención mediante una gestión forestal sostenible, una adecuada ordenación de montes y la realización de una selvicultura preventiva acorde con las condiciones de la masa, especies que la componen, edafología, orografía, climatología zonal… Un monte heterogéneo en estratos, especies y aprovechamientos responderá mejor ante los incendios que uno homogéneo. La resiliencia del monte se basa en su heterogeneidad. Solo así podremos conseguir que los incendios forestales sean menos virulentos menos peligrosos y que su control no quede a expensas de que un fenómeno natural, como la lluvia, venga a resolver lo que la falta de una adecuada gestión ha permitido que ocurra.

 

Manuel Díaz

Ingeniero de Montes

Gabinete Técnico Ambiental

 

Recibe las últimas novedades en tu correo electrónico