En los últimos años ha habido un gran avance en la aplicación de técnicas de teledetección mediante imágenes obtenidas vía satélite, cuyo mejor ejemplo a los ojos del público es, quizás, Google Earth, que permite con tan solo una conexión a internet ver imágenes aéreas de casi cualquier lugar de la tierra. Pero estas nuevas aplicaciones y el acceso gratuito a un gran número de imágenes secuenciales en el tiempo, permite controlar con mayor eficacia los cambios medioambientales, como el deshielo de los polos, la deforestación, las consecuencias de sequía, etc.

Una de las aportaciones más destacadas de la teledetección espacial al estudio del medio ambiente es su capacidad para seguir procesos dinámicos, ya que las imágenes se captan por un sensor que observa la tierra desde una órbita estable y repetitiva, lo que permite observar los cambios que se producen en nuestro planeta a lo largo del tiempo.

El creciente énfasis en las aplicaciones medioambientales de la teledetección está subrayando la importancia de la dimensión temporal, puesto que para prevenir y evaluar una amplia variedad de fenómenos es pieza clave el seguimiento de su dinámica. El repertorio de eventos es muy amplio. Puede tratarse de sucesos esporádicos (erupciones, incendios, etc.) o de procesos continuos (deforestación, sequía, etc.) ya sean naturales (inundaciones) o causados directamente por la actividad humana (vertidos incontrolados). Su ciclo también es variado, desde horas (seguimiento de un huracán) hasta meses o años (desertificación). En consecuencia, la selección de imágenes, las escalas de trabajo y los métodos de análisis en estudios multitemporales son también muy dispares. De manera muy simplificada, se pueden identificar dos grandes grupos de estudios multitemporales:

1. Cuando el objetivo principal es seguir la evolución fenológica de una determinada cubierta vegetal (forestal o agrícola), el énfasis se pone principalmente en estudiar su contraste estacional en un determinado periodo. En consecuencia, las imágenes se adquieren en un periodo de tiempo corto, que suele ser inferior a un año.

2. Por el contrario, cuando se trata de determinar los cambios producidos entre dos fechas de referencia, de cara a evaluar la dinámica a largo plazo de un determinado fenómeno (deforestación, expansión agrícola, crecimiento urbano, etc.) las imágenes suelen adquirirse con un cierto lapso temporal (varios años). El ritmo en el seguimiento de estos procesos depende principalmente de su dinamismo. Por ejemplo, la evaluación de los efectos de un incendio o una erupción volcánica requieren un periodo corto de tiempo, al objeto de paliar sus consecuencias más negativas; los cambios agrícolas precisan una estimación anual, mientras los urbanos pueden hacerse cada cinco o diez años.

Desde GTA apostamos por el empleo de esta tecnología, ofreciendo múltiples servicios de monitoreo ambiental adaptados a las necesidades y objetivos de nuestros clientes.