Satisfacer una doble eficiencia en materia de riego, hídrica y energética, constituye el principal objetivo del Life+ Irriman, impulsado por la Federación Nacional de Comunidades de Regantes (Fenacore), y que se desarrolla con fondos de la Unión Europea en estrecha colaboración con el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, la Universidad Politécnica de Cartagena (UPCT) y la Universidad de Córdoba, entre otras instituciones.
A partir de un algoritmo que aprende de sí mismo, de las variables climáticas históricas que recogen los sensores instalados en el suelo y la planta, los agricultores saben con exactitud cómo, cuándo y cuánto deben regar, explica Alejandro Pérez, coordinador del proyecto y vicerrector de la UPCT. Este sistema de riego inteligente ahorra hasta un 30% del agua utilizada (casi 2.000 hectómetros cúbicos cada año) en comparación con el régimen de riego corriente actual; contribuyendo, además, a disminuir la fertilización química, lo que reduce la contaminación de las aguas subterráneas, asegura Pérez.
Asimismo, Irriman también espera que el consumo de energía de los sistemas de riego disminuya hasta en un 30%: unos 720 kilovatios hora por año y hectárea. 'Desde que se suprimieran las tarifas especiales en 2008, el término de potencia se ha incrementado en más de un 1.000%, provocando que el aumento medio de la factura eléctrica para el regadío haya sido superior al 100%; haciendo inviables buena parte de los sistemas de riego ya modernizados, que ahorran agua, pero demandan más energía', manifestó el presidente de Fenacore, Andrés del Campo, durante la reciente presentación de los resultados de Irriman durante una reciente jornada celebrada en la Universidad Politécnica de Madrid.
La presente iniciativa europea se suma a otras medidas impulsadas por Fenacore, como el proyecto Maslowaten para impulsar el uso de energía fotovoltaica en los sistemas de distribución del agua o el aprovechamiento de los desniveles del terreno para generar energía. Sin embargo, según Del Campo, suponen 'soluciones parciales, ya que sería esencial completarlas con medidas como el pago de la potencia realmente utilizada y no la máxima contratada durante los doce meses del año, aunque las estaciones de riego no estén en funcionamiento, o aplicar un IVA reducido a las comunidades de regantes, igual que ya ocurre en los regadíos de Italia'.
El proyecto Irriman está especialmente pensado para agroecosistemas mediterráneos, caracterizados por la escasez de agua, ahorrando dicho recurso y energía en los sistemas de riego 'sin afectar a los estándares de calidad exigidos por los mercados de exportación', matiza Pérez.