Gracias a esta solución, sería posible aprovechar toneladas de residuos de metales que se generan cada año para proporcionar almacenamiento de energía, una necesidad creciente debido al incremento de las fuentes renovables.
El equipo de científicos ha utilizado pedazos de acero y latón, dos de los materiales que se desechan de manera más habitual, para crear la primera batería de acero-cobre del mundo que puede almacenar energía a niveles similares a los de las baterías de plomo y ácido. Además, sus tasas de carga y descarga son comparables a las de los supercondensadores de carga ultra rápida.
En lo relativo a la seguridad, las baterías de acero y cobre no pueden ocasionar accidentes en los que el componente se incendie porque, a diferencia de las de iones de litio, utilizan electrolitos no inflamables que contienen hidróxido de potasio, una sal de bajo coste que se emplea habitualmente en el detergente de la ropa.
El desarrollo de esta batería a partir de chatarra ha sido posible gracias a la anodización, que es un tratamiento químico que se emplea para dar un acabado de aluminio durable y decorativo a los metales. El acero y el latón anodizado, junto con un producto químico doméstico común y corriente eléctrica, se reestructuran en redes de óxido de metal de tamaño nanométrico que pueden almacenar y liberar energía cuando se hace reaccionar con un electrolito líquido a base de agua.
Los investigadores probaron el prototipo de batería de alto rendimiento durante 5.000 ciclos de carga consecutivos, el equivalente a más de 13 años de carga y descarga, y pudieron observar que puede retener más del 90% de su capacidad. El siguiente paso consiste en construir un prototipo de la nueva batería a escala real para evaluar su rendimiento en los hogares inteligentes de bajo consumo.